jueves, marzo 30, 2006

Hijos del Absurdo
Federico Reyes Heroles

(Grupo Reforma)

Ciudad de México, México (mar 28 2006 4:00am).- Como en el mejor de los dramas clásicos nos encaminamos a lo que no debería ocurrir. Intuimos la última escena y nos dan ganas de que el héroe a punto de condenarse -en este caso el pueblo- despierte ante el engaño de una trama tejida como con perversión celestial. Shakespeare estaría encantado; los enredos de Hamlet con su padre y su madre resultan de párvulos frente a los laberintos mexicanos. El asunto va más allá de filias y fobias radicales que la persona de AMLO provoca. Eso es ya lo de menos, el hecho es que su potencial triunfo sigue siendo un poco absurdo. El absurdo se mofa de la racionalidad, el absurdo alimenta la desesperanza, el absurdo nos orilla al cinismo. Recordemos la historia reciente.


Después de un periodo de innegable auge económico de varias décadas que, con todos sus defectos propició prosperidad para decenas de millones de mexicanos, bastaron dos gestiones irresponsables, las de Echeverría y López Portillo, para dar al traste con todo. Absurdo pero echaron por la borda la mejor herencia del "desarrollo estabilizador": el orden financiero. En la llamada "docena trágica" los mexicanos vivimos los horrores de la inestabilidad. Déficits incontrolados, inflación desbocada, devaluaciones, populismo galopante, un infierno. Como siempre los que más sufrieron fueron los más pobres que vieron cómo sus salarios se deterioraban casi día a día. La posibilidad de ahorrar desapareció, la prosperidad como anhelo se alejó, muchos patrimonios se desvanecieron. De allí que uno supondría a México vacunado contra el populismo. Absurdo, pero no es así.


Al país le tomó tres gestiones -De la Madrid, Salinas y Zedillo- para retomar el camino del crecimiento. Ordenar las finanzas, construir un nuevo esquema de desarrollo más allá del omnipresente estatismo, abrir la economía con todos los traumas que eso implica, se llevó 18 años. Recordemos que buena parte de las reformas que hoy permiten cosecha las impulsaron los que -absurdo- hoy se consideran enemigos irreconciliables: el PRI y el PAN. Por supuesto que en el camino hubo muchas desviaciones y vergüenzas, pero al final del día la ruta era la correcta. La cosecha se empezó a anunciar al final de la gestión de Zedillo: los salarios reales volvieron a crecer; los reclamos laborales cayeron en picada; las tasas de interés se estabilizaron, los créditos aparecieron en el horizonte; los beneficios de las exportaciones producto del TLC por fin llegaron a millones de hogares; el consumo creció;
el enlace de Solidaridad y Progresa mostró que una disminución de la miseria extrema era posible. Pero absurdo de nuevo, este grupo que consiguió parte de lo que se propuso, terminó dividido, peleado y en el peor de los desprestigios.


Fox llegó a la Presidencia con la propuesta de un cambio democrático que era necesario. Sin embargo, su triunfo lo obtuvo, absurdo de nuevo, masacrando al único aliado con el cual podía continuar las reformas: el PRI. Con un discurso agresivo Fox agravó una auténtica persecución de los llamados "tecnócratas" que casualmente fueron los que recuperaron la estabilidad de la que él gozaría. Así de absurda puede ser la política. La derrota del 2000 hizo que también el PRI se volviera contra algunos de sus mejores hombres -"tecnócratas"- y los marginara groseramente. Los constructores de lo que hoy gozamos fueron y son todavía parias. Sin embargo Fox, en los hechos, tuvo un acierto, darle continuidad a esas políticas implementadas por los "tecnócratas" que tan útil le fue criticar. Absurdo pero muchos de los logros de este sexenio se dan por una continuidad vergonzante en quienes debían reivindicar
sus triunfos. Muy absurdo.


Llegamos al sexto año de Fox con un crecimiento magro resultado de la ausencia de reformas que debieron haber impulsado el PAN con el PRI. A pesar de ello la cosecha de las anteriores reformas y políticas que el PRI y el PAN impulsaron es patente y cotidiana. ¡Pero ellos no la saben vender! Los salarios reales crecen desde hace ocho años; el consumo se ha incrementado de manera significativa; más allá de la cantidad, hoy los mexicanos tenemos -como resultado de la apertura- muchas más opciones. Gracias a que las tan despreciadas variables macro económicas están encauzadas, los créditos se reactivan; las acciones en vivienda llegan a 15 millones de mexicanos; cientos de miles de coches nuevos circulan por las calles y, quizá lo más importante, 5 millones de familias de pobreza extrema han mejorado su situación. Por supuesto que el camino es largo, pero hoy como nunca los riesgos del populismo
deberían ser evidentes para los mexicanos. Se trata de un trauma propio que sangró al país. Absurdo, pero pareciera que no es así.


Lentamente los impulsos reformadores de la apertura, del TLC y del tratado con la Unión Europea, etcétera, se acaban. ¿Quién impulsará el nuevo capítulo modernizador? El PRI que hoy podría engallarse con las medidas que impulsó, se desgarra y pierde rumbo. El PAN que debería ser capaz de cosechar, se obsesiona con temas que a muy pocos llegan y sigue el pleito con su aliado natural. Fox que tanto criticó al populismo, desbroza el camino para su regreso. Porque en la confusión de esta compleja trama -absurdo de absurdos- el beneficiado es un discurso populista que nadie detiene. Pareciera que un cuarto de siglo ha sido suficiente para borrar la conciencia histórica.


Cegados por el enredo muchos electores ya no saben quién es quién y qué defienden. Los parlamentos ocultan en lugar de aclarar. El PAN contra el PRI y viceversa y todos contra los modernizadores. ¡Genial! Resultado, de seguir así de nuevo seremos hijos del absurdo.


Federico Reyes Heroles

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